La historia del periodismo móvil y ciudadano es tan antigua como la historia de los primeros smartphones que incorporaron cámaras. Hoy puede sonar a película en blanco y negro, porque hay que remontarse al año 2002. Los millennials no llegasteis a conocerlos, pero había dos celebridades en la época: el Sony Ericsson T68i y el Nokia 7.650, que en su día fueron revolucionarios. El Sony Ericsson ni siquiera tenía una cámara incorporada en su cuerpo. Había que añadirle un dispositivo externo que se conectaba por la zona de la batería. Y la máxima novedad de estos móviles era que hacían fotografías en color, ni siquiera vídeo. Por cierto, para los amantes del vintage, todavía se pueden adquirir por internet. Habría que esperar un añito más, hasta el 2003, para ver los primeros móviles con cámara de vídeo. In the Nokia 6600 phone, vision becomes reality. Nokia. Y lógicamente, cuando los usuarios y los periodistas vimos que podíamos grabar con un teléfono móvil, nos lanzamos a editar nuestros propios contenidos, primero en el PC y en el Mac, y luego a través de los propios smartphones. De esta manera, en las redes sociales el fenómeno se ha vuelto cada vez más progresivo, más intenso y más global. Que a este fenómeno de difundir información a través de móviles se le pudiera llamar periodismo es mucho decir, aunque este siempre va a ser un tema controvertido, según el punto de vista. Para un periodista o profesional de la información, y aquí añadiríamos no solo al periodista, sino también a montadores, realizadores, a reporteros gráficos y a documentalistas, el hecho de elaborar una información significa investigar, documentarse, estructurar la información y saber difundirla de una manera comprensible, didáctica y con un compromiso ético. Desde ese punto de vista, ¿cualquiera podría sustituir a un profesional de la información sin haberse formado previamente? La respuesta sería un rotundo "no". Sin embargo, en los últimos años hemos podido ver cómo los ciudadanos de a pie han ido acaparando espacio en los grandes medios de comunicación, a través de la posibilidad de captar imágenes, sonidos, fotos y emitirlas y difundirlas de una manera prácticamente instantánea. El usuario no se conforma ya con consumir la información servida ni en compartirla con sus amigos, sino que quiere convertirse, a su vez, en emisor. Y si os fijáis en el arranque de los informativos, sobre todo cuando se produce un suceso extraordinario, como una catástrofe o un atentado, casi siempre las imágenes son recogidas por teléfonos móviles. No importa la calidad, no importa que la imagen esté sombreada, no importa el formato vertical. Los medios siempre van a anteponer la inmediatez a esa calidad. Además, la pirámide de la información se está invirtiendo. Antes, la información estaba muy jerarquizada. Había una noticia que la recogían las agencias, la enviaban a los medios y esta la servía a los usuarios. Ahora, es un poco al revés, ese filtro ya no existe. Si un medio no quiere dar la noticia, ahí están los blogueros, los "influencers", ahí están las redes sociales para que esa información llegue a todos los usuarios. No hay filtro, no hay control. Es importante ver cuando el periodismo ciudadano le fue ganando terreno a los medios de comunicación tradicionales y qué acontecimientos le empujaron para ver cómo se ha producido ese cambio y cómo está afectando a la revolución que se produce en los medios de comunicación. El punto de inflexión fueron los atentados del 11-S. Por primera vez, millones de ciudadanos eligieron Internet para estar informados al minuto. Luego vendrían otros sucesos en los que el periodismo ciudadano jugó un importante papel, como el tsunami que asoló el sudeste asiático en diciembre de 2004 y, más adelante, los atentados de Londres de 2005, ya que en este caso fueron los supervivientes y no los profesionales de la información los que captaron las imágenes más representativas de la tragedia. En todos estos casos, hay un grupo enorme de personas que no tienen una formación periodística, pero que se convierten en relatores, en observadores y a veces en protagonistas y narradores de los hechos, como si fueran profesionales de la información, y este es un hecho que no se puede ignorar. De hecho, se han ido conformando comunidades de blogueros y de "influencers" que participan en el proceso informativo y que llegan a tener más seguidores que muchos medios tradicionales. Uno de los casos más populares es Tim Pool, que empezó haciendo coberturas informativas por su cuenta, pero que luego se la emitía en cadenas como NBC, Reuters, Al Jazeera, Time, etcétera. Hoy nadie discute que esta persona es todo un periodista en redes sociales. Y si nos acercamos a la última década, las informaciones con teléfonos móviles se han vuelto imparables. Desde atentados, como el de la Maratón de Boston en 2013, hasta accidentes aéreos o escenas más cotidianas, como la agresión a un ciclista o el salvamento de un pequeño en una torre de pisos parisina, que convirtió a un inmigrante de 22 años en el héroe del momento. Pero si los teléfonos móviles le están comiendo el terreno al video tradicional, no es solo por la participación ciudadana. Hay una parte que tiene que ver con la evolución tecnológica. Las lentes de los smartphone son cada vez más sofisticadas y más avanzadas, y pueden grabar en condiciones de iluminación muy bajas. También hay aplicaciones que pueden grabar de una manera absolutamente profesional, como FiLMiC Pro, de la que hablaremos en su momento. Eso hace que cineastas y productores se estén metiendo cada vez más de lleno en el mundo de la grabación con teléfonos móviles. Fijaros, el primer largometraje filmado íntegramente con un móvil fue "Olive" de Hooman Khalili, en el 2011, y fue grabado con un Nokia 2008, que eso sí, iba adaptado con una lente de 35 milímetros. El mundo del cine con dispositivos móviles dio un salto espectacular con la película "Unsane" de Steven Soderbergh, grabada en siete días y con varios dispositivos móviles, aunque el director no desvela con cuántos. Estos se sincronizaron después, como suele hacerse en cualquier proceso de producción, para producir esta película que estáis viendo. Soderbergh es uno de esos defensores a ultranza de que cualquier persona puede contar historias sin disponer de medios profesionales, porque lo que más prima es la idea, la originalidad, la capacidad de atrapar al espectador. Y si nos venimos al tiempo actual, vemos cómo cada nueva generación de smartphones está mejorando notablemente la resolución de su óptica. Eso quiere decir que dentro de muy poco veremos, como en la película Blade Runner, cosas que vosotros no creeríais. Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Its bigger sensor dramatically... Solo hay que echar un vistazo a las diferentes promociones que hacen las marcas de móviles para ver cómo evolucionan de forma exponencial sus lentes cada 6 o 12 meses. The custom designed LiDAR scanner puts advanced... El debate está servido. ¿Llegarán los dispositivos móviles, los smartphones, a sustituir a las cámaras profesionales? ¿Suponen una amenaza para la profesión y para los reporteros gráficos? Vamos a ver qué contestan dos compañeros de Radio y Televisión Española. Si yo me voy a hacer un reportaje cuidadísimo al prado, me voy con esto, que es lo que más calidad da. Pero a lo mejor, si estoy y me voy al extremo, de vacaciones y sucede algo, lo que no voy a hacer es dejar de grabar porque considere que un teléfono no es profesional. Por supuesto, lo primero es la noticia. De lo que hemos visto en el vídeo, parece que estamos en un momento de conciliación, que las cámaras profesionales y los dispositivos móviles están condenados a entenderse, al menos por el momento. En la próxima videolección, vamos a dar algunas claves para hacer buen periodismo con esas camaritas integradas en los móviles. Así que, no os lo perdáis. Hasta pronto.