El estímulo lingüístico que los niños escuchan es deficiente porque los padres, porque los adultos, porque el lenguaje oral es imperfecto. Ahorita que estoy hablando con ustedes, estoy segura que cometo errores, que pronuncio un poco mal. Todos así hablamos. El lenguaje oral así es, imperfecto. Está lleno de falsos inicios. Uno comienza y luego se arrepiente. A veces genera discordancia entre sujeto y verbo, por ejemplo. Hablamos muy mal, pronunciamos mal. Y no solo eso, sino que hay ruido en el ambiente y hace que no se escuche bien, claramente, lo que uno dice muchas veces. Sin embargo, a pesar de ese estímulo deficiente, a pesar del ruido ambiental, el niño aprende. Aprende muy, muy bien. Es increíble eso. El niño no tiene dificultad para aprender eso. Da la impresión de que el niño, entonces, no es que se aprenda una lista de palabras, una lista de oraciones, porque si fuera así, como ya mencioné, produciría primero oraciones interrogativas o qué sé yo. Da la impresión de que aprende procedimientos para formar palabras, para formar oraciones. Es un poco si piensan en una analogía, como las matemáticas, más bien como la aritmética. Nosotros, los humanos, cuando hemos ido a la escuela y nos enseñan a multiplicar, por ejemplo, no aprendemos resultados en matemáticas, como en lenguaje no aprendemos oraciones, que son los resultados. Lo que aprendemos en aritmética es el procedimiento para multiplicar. De tal manera que, si yo le digo a cualquier persona que saque la operación "¿Cuánto es 69,88 por 75?", nadie se sabe el resultado en automático, porque no estudiamos así la aritmética. Sabemos el mecanismo para sacar la operación. Entonces, sabiendo el mecanismo, que es lo que aprendimos, podemos hacer cualquier multiplicación. El lenguaje es igual. Aprendemos algunas palabras, las palabras sí se aprenden, pero las reglas ya las tenemos, el procedimiento para combinarlas ya lo tenemos. De tal manera que un niño no se equivoca y dice, por ejemplo, "Pierna la comer el niño él" para decir "El niño comió la pierna de pollo" o algo así. Nadie se equivoca. Hay errores que ningún niño, ningún hablante que esté en el proceso de adquisición se equivoca, para nada. Otras propiedades o características que podríamos enumerar y que están presentes en el proceso de adquisición es que las personas, los niños, llegan a saber muchas cosas que nadie les explicó, incluso juegan con eso. Si decimos, por ejemplo, "Tres estudiantes trajeron un pastel", ¿cuántos pasteles tenemos? Podemos entender que los tres estudiantes se ponen de acuerdo y traen un solo pastel, uno solo, pero también es ambigua la oración. Es decir, los niños lo saben, lo saben y juegan. También se puede entender esta frase, "Tres estudiantes trajeron un pastel", que cada uno fue y compró o preparó un pastel y, entonces, vamos a tener tres pasteles. Si digo: "Juan encontró a María estudiando en la biblioteca", ¿quién era el que estaba estudiando? ¿Juan o María? La oración es ambigua. No es que estén mal formadas. La ambigüedad no es un defecto de las lenguas, es una característica. Las lenguas son ambiguas, pueden ser ambiguas y no es malo; así son ellas. Y los hablantes, los niños, saben que las oraciones son ambiguas y juegan a eso para reírse de la otra persona. Son como chistes, como juegos. Llegan a saber la sinonimia oracional. No solo problemas de ambigüedad que los detectan, también saben de sinonimia y dicen: "El gato cazó un ratón". Pero saben que si decimos, por ejemplo, "Lo que cazó el gato fue un ratón", saben que se está diciendo lo mismo. "Un ratón cazó el gato", y lo entiende el niño. Son oraciones sinónimas y que no tiene que ver con polisemia de alguna palabra. Ya ven que las palabras muchas veces significan varias cosas. Muchas veces, muchos humanos, muchas personas a veces nacen con cierta deficiencia en su inteligencia o tienen alguna dificultad de nacimiento genética, el síndrome de Down, por ejemplo, se me ocurre. Y muchas veces estas personas que tienen ciertas limitaciones para aprender ciertas disciplinas, a pesar de esa limitación, estas personas llegan a adquirir el lenguaje. Entonces, ¿cómo es el lenguaje?, que se aprende en una edad tan temprana, tan rápido, en una edad en que los niños no pueden aprender casi nada, tan rápido, con el mismo éxito. En toda la especie humana, con cualquier lengua, se llegan a saber muchas cosas, como la sinonimia, como desambiguar oraciones, como la paráfrasis oracional, la sinonimia oracional. ¿Cómo es posible? Y nunca recibieron esa información. Incluso estaba pensando en cómo, por ejemplo, piensen en el mecanismo que empleamos en español para formar la voz pasiva. La voz pasiva se forma tomando el objeto, el paciente, poniéndolo antes, luego el verbo mediante una perífrasis con el verbo "ser" y el agente introducido por la preposición "por". Es decir, por ejemplo, "El presidente fue elegido por el pueblo", que corresponde a la oración activa "El pueblo eligió al presidente". Y la voz pasiva es esa, es decir, la primera que dije: "El presidente fue elegido por el pueblo". Si a un niño le damos palabras inventadas, como por ejemplo "Las ligurias miliaron los acurios". Forma la voz pasiva y la podría formar: "Los acurios fueron milliados por los...". El mecanismo lo sabemos. El ejercicio lo he hecho con adultos y les doy una oración en activo y les digo: "Fórmenla en pasiva". Y después les digo que la están formando con palabras inventadas, pero el mecanismo sintáctico de formación de oraciones pasivas ya lo tenemos todos en la cabeza. Sí, es impresionante. Es decir, la manera cómo adquirimos el lenguaje no es igual que el mecanismo que usamos para aprender otras disciplinas, las ciencias, otros conocimientos. Todos los demás, todos los conocimientos, requieren un entrenamiento. Incluso si, por ejemplo, ya adultos deseamos aprender una segunda o una tercera lengua, tenemos que aprender, es decir, ya no adquirir. Ahí está la diferencia. Tenemos que ir a la escuela, comprar libros, tener un maestro, entrenar, memorizar. Las segundas, terceras lenguas en la adultez se aprenden de la misma manera cómo aprendemos matemáticas, lógica y todas las disciplinas, todos los conocimientos. El único conocimiento que adquirimos en la primera infancia es el lenguaje, el conocimiento de la lengua materna. ¿Cómo es que se logra eso? ¿Cómo un niño tan tiernito es capaz de aprender un sistema tan complejo? ¡Porque vaya que es un conocimiento muy, muy complejo! Prueba de ello es ponernos a aprender ya adultos otra lengua. Todas las lenguas son complejas. Sin embargo, el niño la adquiere sin problemas, con la misma facilidad, en dos, tres años y ya está, y no entrena, no memoriza. Es digno de pensarse. Es decir, ¿qué es lo que tenemos en el cerebro los humanos que nos permite adquirir una lengua en esas condiciones tan particulares, tan especiales? No podemos explicar la adquisición de una lengua natural utilizando una teoría de aprendizaje que nos explique cómo aprendimos biología o historia. Porque para aprender biología o historia necesitamos cierta madurez, cierto entrenamiento, cierta repetición, maestros, apoyos, refuerzo, todo lo que he mencionado. El lenguaje no, el lenguaje se aprende. No aprendemos resultados, aprendemos procedimientos, etcétera, y la única manera mediante la cual podemos explicarnos esto es mediante la existencia de un formato universal que tenemos los humanos, como especie, en el cerebro. Un formato, una estructura cognoscitiva que se comienza a desarrollar a los dos años y que crece, comienza a conformarse, se dispara la adquisición del lenguaje nada más escuchando en el ambiente. Solo requiere que se dispare y el proceso de adquisición se da, y ya está. Si no se tiene el estímulo lingüístico, un humano no puede aprender, como ya mencioné en sesiones anteriores. Un humano en aislamiento no puede aprender. Adquirir, ¿de dónde lo va a adquirir?, si no está en el medio. El lenguaje humano no está vinculado a los instintos, como sí lo están los lenguajes animales, como ya he comentado. Los lenguajes animales son instintivos, el lenguaje humano no. Es decir, corresponde a esa estructura cognoscitiva que forma parte de la biología de los humanos. Es a la que se le ha llamado "gramática universal". Es un formato especial que tenemos en nuestra estructura cognoscitiva y que nos permite adquirir una lengua natural de la manera como lo hacemos.