[MUSIC] La distinción que se ha hecho entre sustantivos continuos y discontinuos es, como you mencioné antes, probablemente la clasificación más importante desde el punto de vista de la gramática. Porque, las dos clases tienen comportamientos distintos. Vamos a examinar muy, muy brevemente a qué se refieren, cómo se comportan, cómo son, y cómo se comportan estos nombres, estos sustantivos. Hablemos primero de los sustantivos contables. Los que se pueden contar. Los sustantivos que aluden a entidades discretas contables, pues. Algunas de ellas representables, o no. Como podemos tener, calendario. Fíjense cómo es discreto, es decir, es una sola entidad, es clarísimo. Calendario, gato, elefante, grillo, libro, disco. Sillón, computadora, auto, son un montón de nombres. También pueden ser, digamos, que se conciban como abstractos, como problema, como opinión, como solución. Eso no importa, como you mencioné, sean concretos o abstractos, finalmente esa distinción no era relevante. Es decir, los contables son nombres, entonces, que se refieren a estas entidades que se conciben bien definidas. Y que incluso. Si tomamos uno de estos nombres y lo desbaratamos, por ejemplo, mesa, es contable. Y, si agarramos el objeto mesa y lo partimos, lo dividimos, deja de ser una mesa Deja de serlo. Si agarramos un libro y lo desbaratamos, deja de ser un libro, you no es un libro. A toda esa clase grande, enorme de sustantivos se les llama, pues, contables, o discontinuos. Pero, pues, se pueden contar. Estos sustantivos contables se caracterizan porque se pueden hacer acompañar de cuantificadores, de palabras que aluden a cantidades, a números, cuantificadores. También conocidos, algunos de ellos, como adjetivos indefinidos. En plural, entonces uno dice, muchos libros, muchos calendarios, algunos gatos. También, obviamente, aceptan los numerales, que son cuantificadores exactos, que aluden a cantidades exactas. Por eso uno puede decir dos perros, tres soldados, claro. Un autobús, 20 camionetas [LAUGH], lo que sea. O sea, estos nombres, pues, que se refieren a entidades discretas, definidas y demás, son los contables. Y se caracterizan por eso. El objeto no se puede desbaratar y seguir siendo lo que era [LAUGH]. Un libro desbaratado you no es un libro, son hojas, son trozos, son otra cosa, you es otra cosa, se convierte en otra cosa. Y fíjense cómo, son tan diferentes los llamados sustantivos continuos. Los continuos. No contables, que no se pueden contar. Son esos sustantivos que aluden, que se refieren, que nombran el nombre de las sustancias. Se trata de elementos que son difusos, digamos, en el mundo, así se conciben. No son atrapables, digamos. La arena. Piensen, incluso, que estos sustantivos, si tomamos tantita arena, y tenemos poquito, sigue siendo arena. Harina, arena, vino, todas las sustancias, los materiales que existen en el mundo. La niebla. Si separamos niebla, el gas, sigue siendo gas, o niebla [LAUGH], ¿verdad? Vino, leche, cerveza, carne. Son esas sustancias, esas materias como difusas, hasta cierto punto, como masas, digamos, no atrapables así. Estos sustantivos, fíjense que, a diferencia de los otros. No aceptan los cuantificadores en plural. No aceptan, a menos que se hayan recategorizado, convertido en otra cosa, claro. Por eso uno no puede decir tres mieles [LAUGH], no. Uno no puede decir, me pusieron, de transfusión pues, dos sangres. Porque la sangre es una sustancia inconmensurable, no se puede medir fácilmente. Y entonces, las palabras que los acompañan, tienen un comportamiento gramatical sintáctico distinto, uh-huh. Y se acompañan, entonces, de los cuantificadores en singular. Por eso decimos mucha avena, en singular, mucha. A diferencia de los otros, que eran muchos niños, gatos, libros, lo que sea. Estos no se realizan. Fíjense cómo esta distinción semántica tiene relevancia en la gramática, uh-huh. También podemos, pensando en la gramática, en su comportamiento. Es interesante, llama la atención que estos sustantivos continuos, que aluden a esas masas. Cuando están introducidos por la preposición de, por ejemplo, se usan en singular. Y uno dice, por ejemplo, pastel de, luego chocolate, chocolate es el nombre que es continuo. En singular. Mesa de vidrio, madera, hierro, las sustancias que existen en el mundo, uh-huh. Anillo de plata, ¿verdad? Se usan así. En cambio, los sustantivos que se pueden contar no son así. Uno tiene que ponerles su determinante, uh-huh. El libro de mi amigo. Fíjense cómo amigo tiene un determinante. Porque amigo es contable. Uh-huh. Gramaticalmente se comportan de manera distinta, sin duda. Junto con esta distinción, es muy importante tener presente que los sustantivos contables y los continuos se pueden recategorizar. Es decir, un contable le puedo crear un contexto tal para que se convierta en continuo. Y entonces, vemos el comportamiento típico de los continuos, con los cuantificadores en singular, etc. Entonces, hay que tener cuidado con eso. Entonces, cuando decimos, por ejemplo, fíjense. Si decimos mesa, pues, se puede contar, la mesa, dos mesas, muchas mesas, ¿se fijan? Es un nombre contable. Pero si digo, es mucha mesa para esta reunión. Mucha, en singular, mesa. Fíjense que lo convertí en continuo. La mesidad [LAUGH]. Mucha mesa. Mucho sillón para tal cosa. Podemos recategorizar los sustantivos contables, cómo convertirlos, pues, en continuos, o al revés. Los continuos, hacerlos contables. Y aquí hay que tener mucho, mucho, mucho cuidado. [MUSIC]