En el, en los dos primeros vídeos pusimos sobre la mesa, eh, dos desafíos, dos desafíos conectados el uno con el otro. En primer lugar hablábamos de trasladarnos desde aquellas organizaciones jerárquicas a aquellas otras en forma de red. Mientras que en el segundo vídeo dábamos una vuelta a la tuerca y decíamos que esto además suponía pasar de organizaciones organizadas desde la autoridad a otras que funcionaban desde la confianza. En este tercer vídeo vamos a introducir otra pareja de conceptos, otra, un tercer desafío conectado con los anteriores y que tiene que ver con el paso de unas políticas públicas orientadas básicamente a lograr la eficiencia en la prestación de determinados servicios a unas organizaciones públicas que requieren sobre todo de inteligencia a la hora de diseñar sus políticas públicas. Por lo tanto, de la jerarquía a las redes, de la autoridad a la confianza, y en tercer lugar, de la eficiencia a la inteligencia. En este vídeo, si me lo permiten, voy a utilizar una anécdota de carácter personal, y basada en mi trabajo como padre de tres hijos varones a los que durante muchos años he ido a recoger a la escuela. Y quizá por deformación personal, profesional, perdón, a la hora de recogerlos me ha dado por hacer algo un tanto extraño, que es comparar los estilos de recogida de sus hijos, diferentes, asumiendo que esto es una simplificación, qué hacen los padres y qué hacen las madres. Me ha parecido entrever en este trabajo de campo muy, muy, muy informal, que hay una especie de estilo femenino de recoger a los, a los hijos, hijas en la escuela, y un estilo más masculino. Y de aquí, como veréis a continuación, pues deduciré algunas consecuencias para el funcionamiento y los retos de la administración pública y de sus políticas públicas. En primer lugar, deberíamos decir que desde esta, eh, percepción muy intuitiva del trabajo que hacemos recogiendo a los niños, que los padres nos presentamos como unos enormes profesionales de la recogida de los niños en las escuelas. Nos concentramos en nuestro trabajo. No nos distraemos con charlas en el patio con otros padres u otras madres, ¿no? Ponemos todos nuestros sentidos en lograr algo que es lo que parece, eh, que debería ser el objetivo de nuestro trabajo, que es sacar el niño de la escuela. De manera que en el menor tiempo posible, por lo tanto con mucha eficiencia, conseguimos sacar el niño de la escuela. Si imagináramos que esto es una metáfora de un servicio público, los padres seríamos unos muy buenos profesionales y el eventual responsable de recogida de niños en las escuelas a final de mes debería, pues no sé, pagarnos un plus de productividad o simplemente felicitarnos por el trabajo bien hecho que estamos realizando. En cambio, y, eh, permitidme que lo diga de esta, de esta manera, la forma de operar de las madres en los patios de las escuelas es bastante diferente. En general ellas, eh, hablan, se explican cosas unas a otras, esto les supone una cierta pérdida de tiempo. Durante este tiempo los niños pues corren por el patio y a veces tardan un rato en poder recogerlos, de manera que lo que un padre quizá pueda hacer en 10, 15 minutos, sacar el niño de la escuela, las madres suelen dedicarle 30 minutos, 40 minutos, 45 minutos. Sin hacer ninguna consideración sobre cómo dedica cada persona el tiempo privado a hacer lo que mejor le parezca, si utilizamos la idea de una metáfora del servicio público, podríamos pensar que frente a la eficiencia de los padres, las madres son muy poco eficientes. Incluso podríamos pensar, estirando algo más la metáfora, que un eventual responsable de la recogida de los niños en las escuelas debería llamarles la atención, y le dice, oiga, ¿sabe usted? Lo que usted realiza, el trabajo que usted realiza en 40 minutos se puede hacer en 10 minutos, y esto supondrá una economía, un, un ahorro de recursos, y por lo tanto aumentaremos en la eficiencia de la administración pública. Eh, esta, el discurso que estoy utilizando es el discurso de la vieja caja de herramientas de las políticas públicas. Un discurso en el cual lo más relevante, y por lo tanto la forma de operar de la administración pública es hacer el trabajo de la forma más económica y eficiente posible, sin más. Y desde ese punto de vista es indudable que los padres serían, eh, permitidme que siga con la metáfora, serían los buenos profesionales que en el mínimo tiempo posible sacan a sus hijos de la escua, de la escuela, mientras que las madres podrían mejorar en su rendimiento, pues porque no cumplen con los indicadores de resultados precisamente porque no son capaces de sacarlos en, en, con la, con la misma rapidez que los padres. Ahora bien, vamos a poner algunas observaciones. Los padres somos muy rápidos y muy eficientes sacando a los niños de las escuelas pero al día siguiente eh, todos van con la equipación de deporte menos el mío, porque yo he ido tan rápido que no he sido capaz de adquirir una información, que es que mañana hay organizada una excursión y se les ha pedido que vayan con el equipo de deporte. O yo voy muy rápido, pero ciertamente desconozco quién son los amigos y amigas de mis hijos, y por lo tanto desconozco el clima en el que estos se mueven. Yo soy muy eficiente, muy rápido, eh, sacando a los niños de la escuela, pero al mismo tiempo no se quiénes son los maestros, quiénes son las profesoras o los profesores, y obviamente no tengo ni idea de si hay algún problema en el aula o en la clase que debería considerar. Por otro lado, por ejemplo, cuando yo no puedo ir a buscar a mis hijos porque me ha salido algún imprevisto en el trabajo o lo que sea, ¿qué puedo hacer? Pues lo que haría todo profesional, externalizar el servicio a otro profesional. Entre otras razones, porque como yo voy tan rápido cuando saco al, cuando recojo a los niños de la escuela, no tengo redes construidas con otros padres, no tengo los teléfonos para llamarlos, no tengo la confianza suficiente con ellos para pedirles, oye, por favor, como esta tarde no voy a poder ir, si me puedes recoger tú a mi hijo y guardármelo durante, durante un rato. Por otro lado, yo no tengo ninguna información sobre actividades extraescolares, ni sobre dónde, eh, se puede dejar a los niños durante las vacaciones para que mejoren su inglés o lo que sea, ¿eh? Por lo tanto, fíjense que yo soy extraordinariamente eficiente sacando el niño de la escuela, pero lo que yo hago es también de una extrema simpli, simplicidad. Es decir, yo me convierto en el mejor sacador, extractor de niños de la escuela pero a través de qué, de un proceso de simplificación de lo que hago. Yo solo saco al niño de la escuela. En cambio, en general las madres, que es, si quieren, un estereotipo, en general las madres no solo sacan el niño de la escuela, sino que convierten el momento de sacar, el ir a recoger a los niños a las escuelas, en un momento en el que consiguen información, generan redes, hablan sobre los problemas de la escuela, y por lo tanto, lo que ellas hacen quizá es menos rápido en un sentido eficientista del término, pero es mucho más rico. Su servicio es mucho más complejo, y por lo tanto es infinitamente mejor la forma de recoger a los niños de las madres que la de los padres. ¿Qué hacemos los padres? Utilizamos la caja de herramientas de las viejas políticas públicas. Eh, eficiencia, rapidez, indicadores de resultados y poco más. ¿Qué hacen las madres? Hablan entre ellas. ¿Y qué consiguen hablando? Pues que su servicio no solo es más o menos eficiente, sino que sobre todo es inteligente. Es inteligente porque es capaz no solo de extraer a los niños de la escuela sino de convertir aquel momento en una prestación de alta complejidad. Los niños no solo requieren que se les saque de la escuela, sino que los padres requieren conocer qué pasa en la escuela, qué pasa con sus amigos, establecer redes de relaciones, establecer confianzas, etcétera, etcétera. Por lo tanto, el tercer reto al que me refería al inicio de este vídeo es pasar de una administración que esté solo obsesionada por la eficiencia, esto no significa que las administraciones tengan que dejar de ser eficientes. Significa que no deben estar únicamente focalizadas en este objetivo. Y dejar de ser eficientes significa pretender también incorporar este criterio que yo definía de forma sintética como inteligencia. No solo tenemos que sacar a los niños rápido, no solo tenemos que ser productivistas en las prestaciones de determinados servicios públicos, sino que debemos diseñar políticas públicas lo suficientemente inteligentes para abordar los problemas crecientemente complejos de nuestras, de nuestras sociedades. Una última cosa. ¿Cuál es la clave de la eficiencia? La especialización. ¿Cómo yo me hago más eficiente? ¿Cómo los padres se hacen tan eficientes en la prestación de los servicios? Especializándose en una única tarea. Siendo los mejores en hacer aquella tarea específica. En cambio, ¿cómo cultivamos la inteligencia? Que este es el reto de estas nuevas cajas de herramientas que reclamamos para las políticas públicas. Pues la inteligencia you desde la época de los greci, de los griegos clásicos, se consigue a través del intercambio, de la interacción, del diálogo, de las relaciones, del poner en común, del intercambiar los unos con los otros, del entrar en contacto. En este sentido, si pretendemos que nuestras administraciones no solo nos presten servicios de forma eficiente, sino que diseñen políticas públicas inteligentemente, el reto es, otra vez, la conexión, el intercambio, el diálogo. Permitidme que acabe con unas frases que tienen más de 25 siglos, y que se atribuyen a la oración fúnebre con motivo de la, del fallecimiento de uno de los legisladores más importantes de la Grecia clásica, Pericles. En la oración fúnebre hay una frase que dice, para nosotros, se refiere a los legisladores atenienses, la discusión no es una piedra en el camino hacia la acción sino el paso previo para tomar decisiones sabias. ¿Qué significa esta frase? Que el debate, la interacción, el perder tiempo en el patio de la escuela intercambiando informaciones con otras madres, el perder tiempo en una administración pública discutiendo, elaborando con otros compañeros de otras dependencias, de otras unidades, etcétera, esto no es una piedra en el camino hacia la eficiencia sino que es el paso previo, es lo que necesitamos para poder tomar decisiones sabias. En el siglo 21, igual que en el siglo quinto antes de Cristo, lo que nuestra sociedad le exige a la administración es que tome decisiones sabias, y para poder tomar estas decisiones sabias, necesitamos hablar, necesitamos perder tiempo en el patio del colegio y no encerrarnos en nuestros despachos buscando soluciones tecnocráticas especializadas. Este es el tercer reto de esta nueva caja de herramientas de las políticas públicas.