Servitización es un término acuñado en los últimos años y habla de una tendencia de las empresas a incorporar servicios en su oferta de valor. Ya casi no quedan empresas que digan, "yo sólo me ocupo de productos", sino que hay un esfuerzo en incorporar, a lo largo de su cadena de valor, siempre algún punto de contacto con el cliente. Los servicios siguen permitiendo diferenciación, y esto es importante en un mundo donde los productos tienen ciclos de vida cada vez más cortos. Cada vez es más rápido el alcance de la competencia y les cuesta diferenciarse. En este entorno, los servicios siguen dando oportunidades de agregar valor. ¿Cómo podríamos definir un servicio? Es difícil, porque no hay una definición universal, hay mucha heterogeneidad en esta industria, pero ensayemos una definición. Pensemos que son acciones, procesos, interacciones, muchas veces soportadas por un producto o elementos materiales, de los cuales es difícil distinguir dónde comienzan o terminan unos y otros. Esto, por ejemplo, ¿qué es? Un teléfono. Todos tienen uno. ¿Alguno lo usó ya, en lo que va del día? A mí me llamaron para ofrecerme una tarjeta de crédito. Yo vine leyendo el diario, desde el celular. ¿En qué piensan cuando eligen comprar un celular? Yo me fijo, generalmente, en la capacidad de almacenamiento, tengo toda mi música ahí. Música. En el 2001, Steve Jobs lanza el iPod, un "device" para escuchar música. Todas esas funcionalidades y estos servicios, hoy ya están metidos en un celular. Por lo tanto, el valor del iPod en el mercado cambió muchísimo. Se han girado más hacia el "gaming", hacia el diseño, también, por supuesto a la música. Sí, son como pequeñas "tablets". Un servicio es diferente a un producto. De hecho, se suele hablar de sistemas producto, servicio, y esto es importante para poder diseñar. Por ejemplo, producción y entrega ocurren simultáneamente, se dan en el mismo momento, a diferencia del producto. Además, el cliente tiene un acceso privilegiado a la fábrica, de hecho, participa en esa coproducción junto con la empresa, en el hacer el servicio. Y, en tercer lugar, es una interacción humana, por lo tanto se introduce un elemento de variabilidad que a veces es bastante difícil de manejar. La inmaterialidad de los servicios presenta sus dificultades. Por ejemplo, los elementos propios de un sistema de calidad se mezclan junto con el mundo emocional del usuario, dando lugar a que nos tengamos que ocupar de elementos como percepción, expectativas, que siempre son subjetivos y forman parte del mundo personal, tanto de colaboradores como de clientes. Y todos formamos parte de esa prestación de servicio, sea como clientes o como empleados. En esa interacción humana, si algo sale mal, posiblemente el cliente también tenga algo de responsabilidad. Tito compró un teléfono en una tienda de electrónica, pero se olvidó de leer las instrucciones. De esta manera, el servicio incluye otra dimensión, que es la de la tarea compartida entre dos partes. Por eso podemos hablar de coproducción.