[MUSIC] Seguramente, a partir de tu experiencia y lo que hemos señalado en este curso, has llegado a la conclusión de que la intervención social no es un viaje solitario. Es una actividad que siempre involucra y requiere el apoyo de múltiples agentes sociales. Por lo tanto, aunque en ocasiones pensemos en lo que queremos hacer y desarrollemos nuestra idea en el marco de cuatro paredes, al final siempre vamos a tener que sacar a la luz nuestro plan. Es decir, vamos a tener que presentar nuestra propuesta para obtener la aprobación y la opinión de otras personas. Si no hacemos esto, es muy probable que nuestras iniciativas solo queden en buenas intenciones, buenas ideas que nunca se realizan. Según el Diccionario de la Lengua Española, una propuesta es una idea que se manifiesta y ofrece a alguien para un fin. En el caso de las personas que hacemos intervención social, generalmente presentamos propuestas cuando queremos obtener apoyo para implementar una iniciativa que hemos diseñado con el fin de promover el bienestar. Con frecuencia, las sometemos a consideración de otros agentes sociales, you sea porque queremos motivar a líderes de la comunidad para que participen en su implementación. Porque estamos participando en alguna convocatoria o concurso para conseguir financiación. Porque requerimos la autorización de las autoridades del lugar en el que trabajamos para llevar a cabo la iniciativa. Porque necesitamos que otros agentes sociales se familiaricen con nuestra idea y se involucren activamente en su desarrollo. O porque necesitamos aprobar un requisito académico, entre otras muchas razones. Sea cual sea la razón que te motiva a presentar la propuesta, lo cierto es que una idea solo se concreta cuando se plasma en un documento escrito, en un material gráfico o en algún recurso audiovisual. Le solicitamos a alguien que la analice y la valore. Con base en esa valoración se toma una decisión. Desafortunadamente, en este proceso de valoración muchas buenas ideas no logran el apoyo que buscan debido a que las propuestas no reúnen los requisitos exigidos. Te voy a mencionar algunas de las principales razones por las cuales se suelen rechazar las propuestas. 1, la descripción de la situación es incompleta, inconsistente o inadecuada. 2, los resultados están mal definidos. 3, los resultados se confunden con las actividades que lleva a cabo el equipo responsable de la ejecución. 4, no hay articulación entre los diferentes elementos de la propuesta. 5, la descripción de los supuestos es ambigua. 6, la presentación no permite tener claridad sobre el por qué, para qué, cómo, cuándo, dónde y con qué se va a implementar la iniciativa. 7, hay antecedentes investigativos que muestran que lo que se propone no es efectivo. 8, la propuesta se basa en intuiciones e intereses personales, no tiene en cuenta datos provenientes de fuentes confiables. 9, el costo es muy alto, comparado con lo que se va a realizar y lo que se va a obtener. 10, la información que se proporciona es insuficiente. Esas son las principales razones de fondo. Sin embargo, en muchísimas ocasiones el rechazo se debe a razones de forma. La principal es que la propuesta está mal escrita, es decir, es confusa, está desorganizada y es compleja. Cuando eso ocurre, es más fácil identificar las inconsistencias en el planteamiento. Para evitarnos dolores de cabeza, es muy importante finalizar el diseño de la iniciativa escribiendo la propuesta y pidiéndoles a personas de nuestro equipo de trabajo, u otras personas de confianza, que la revisen antes de presentársela a otros agentes sociales interesados. La ventaja que tú tienes en este momento es que you tienes la teoría del cambio de tu iniciativa, ahora lo que vas a hacer es crear el relato de cada uno de sus componentes en un documento escrito. Para finalizar este video, te invito a que reflexiones por unos instantes en la siguiente pregunta. [MUSIC]