[AUDIO_EN_BLANCO] Es un placer darte la bienvenida a la quinta y última lección de este módulo. Entre nuestros objetivos de aprendizaje está aprender las funciones y los usos correctos de los signos de puntuación, de manera que al finalizar serás capaz de redactar oraciones de mayor complejidad dotadas de sentido y estarás a punto de adentrarte en la composición de textos cada vez más elaborados. ¡Vamos a comenzar! ¿Alguna vez te has preguntado cuánto conoces el idioma español? A pesar de que lo aprendiste a los pocos años de haber nacido, seguramente no sabes muchas cosas curiosas que determinan la manera en la que tú, tus amistades y millones de personas alrededor del mundo lo hablan y lo escriben. Por ejemplo, ¿sabías que en sus orígenes los textos se componían de una aglomeración compacta de letras, sin espacio ni puntuación? Este formato obligaba a leerlos en voz alta, no con pocas dificultades, para que fuesen el ritmo y el tono de voz los elementos que demarcaran las palabras y las frases. La de confusiones que se suscitaban cuando una misma oración podía significar diferentes cosas según las pausas que el lector determinara pertinentes. Fue hasta comienzos de la Edad Media que se empezaron a disponer las frases en línea distintas, lo que también permitía que las palabras se distinguieran mejor unas de otras. Siglos después, durante el Renacimiento, aparecieron los primeros signos que intentaban orientar el sentido de las oraciones: el punto y la coma. Posteriormente, surgieron otros rasgos y elementos que hoy nos parecen atemporales, pero que no siempre estuvieron ahí: el punto y coma, los puntos suspensivos, los paréntesis, los signos de admiración e interrogación, los guiones, las barras y las rayas. Estas innovaciones en la lengua escrita no surgieron de la noche a la mañana, ni fueron producto del capricho de algún ocioso bibliotecario, sino que fueron resultado de una búsqueda constante e ininterrumpida por preservar el sentido de la palabra escrita, vehículo por excelencia del conocimiento, del arte, de la religión, de la identidad humana. En la actualidad, puntuar correctamente es reflejo de nuestro dominio del idioma, pero, sobre todo, es evidencia de la claridad de nuestro pensamiento, you que el mayor beneficiado de una correcta puntuación es aquel que lee nuestros textos. Es por esto que la comunicación escrita para que sea efectiva no debe prescindir de este elemento tan importante. Vamos a situarnos en la siguiente situación para comprobarlo mejor. Imagina que tú y tus amigos se encuentran organizando una fiesta. A poco de comenzar, uno de ellos recuerda que falta algunos enseres y se dirige a comprarlo al supermercado. Una vez ahí, te envía un mensaje de texto preguntando si hacen falta más bebidas. Tú le respondes con este mensaje: No tenemos suficientes. Así que tu amigo vuelve y lleva los enseres faltantes y está cargado de refrescos. Y te das cuenta que ha malinterpretado tu mensaje. ¿A qué se debió esta confusión? Así es, a la falta de signos de puntuación. Más que representar las pausas naturales del habla, cada signo cumple una función gramatical precisa. Aprender a utilizarlos correctamente puede evitar situaciones incómodas como la del ejemplo anterior, pero también puede salvarte de cometer errores graves que podrían compremeter tu futuro profesional. Jaime Rubio Hancock nos recuerda el siguiente ejemplo. En 1993, el Diario de Navarra publicó este encabezado: Don Juan, agoniza. A primera vista no parece que haya nada raro, si no es por la coma que separa al sujeto Don Jun de su predicado agoniza. Por regla general, una coma no debe separar a estos dos elementos, excepto en situaciones específicas, como cuando se introduce una explicación entre ambos. Esta sencilla oración, no obstante, podría considerarse sin error si en lugar de señala el doloroso estado de salud del Rey se tratase de una orden. Es como si en el encabezado del diario se le hubiese mandado agonizar a Don Juan. Como puedes ver, la puntuación puede ser vital. Sin embargo, no solo su ausencia o su uso inadecuado puede ser lo que nos cause problemas. Abusar de los signos y colocarlos sin necesidad también puede generar confusiones o estropear por completo un documento o un mensaje. La lectura constante y el conocimiento de las normas académicas sobre este respecto son las mejores herramientas para evitar errores. Recuerda, además, que aunque algunos signos indican pausas, no están pensados exclusivamente para guiar ni para imitar la entonación del habla, por lo que también debes evitar caer en la tentación de utilizarlos para condicionar la lectura en voz alta. Resolvamos ahora un caso práctico antes de continuar con la lectura. Ten presente que esta unidad te ayudará más adelante a preparar la redacción de textos de mayor complejidad, tanto gramatical como en el plano del significado profundo. ¡Sigue con nosotros!