[MÚSICA] Un tercer ámbito que está experimentando una importante transformación es el contexto económico global. De la crisis financiera del 2007 al Brexit, pasando por el cambio de jerarquía entre las potencias económicas del mundo que estamos experimentando, muchas son las dinámicas que están alterando el panorama económico global. Unos cambios que tienen su origen, en buena parte, en la transformación geopolítica que acabamos de analizar. La polaridad geopolítica tiene varias implicaciones económicas. Primero, pone en cuestión la sostenibilidad de la globalización, no es que ésta vaya a invertirse súbitamente, pero la teoría de estabilidad hegemónica advierte que para que se pueda mantener una globalización económica es esencial que haya un hegemón dispuesto a soportar el coste económico, político y militar de mantener las rutas comerciales abiertas y sostener el entramado institucional que permite la integración económica internacional. Por tanto, la fragmentación geopolítica de la que hemos hablado en la sección anterior, no es el mejor auguro para el sostenimiento de la globalización. you hay algunos signos de que ésta, si no revirtiendo, sí que se está ralentizando. Un reciente estudio del Banco Internacional de Pagos de Basilea, reconoce que la globalización financiera adherida como el stock global de pasivos y activos externos, se ha quedado estancada a nivel del 2007. Asimismo, el comercio internacional apenas crece al mismo nivel que el PIB mundial, mientras que siempre lo hizo por encima hasta mediados del siglo XIX hasta la crisis del 2007. Otra consecuencia económica de esta fragmentación geopolítica es la creciente diversidad en los modelos de capitalismo. En 1991 los analistas visualizaron a un mundo marcado por la hegemonía no solo política y militar y económica de Estados Unidos, sino también ideológica. El futuro era el capitalismo liberal basado en el libre mercado. Este principio funcionó durante los años 90, pero el panorama geopolítico y económico actual dibuja un mundo con mucha más diversidad en los modelos de capitalismo de lo que se esperaba anteriormente. Un claro ejemplo es el caso de China. El suyo es un capitalismo de estado, con aspiraciones internacionales, pero también autoritarismo político y una estrategia exterior basado en intereses mercantilistas. En modelos como el de China, las empresas públicas o semi-públicas juegan un papel esencial, el Estado controla más del 50% de la accionariado de las compañías que cotizan en bolsa, y es propietario de muchas de las 100 empresas que más facturan. El efecto más evidente de este capitalismo de Estado es que compromete la libre competencia. Las compañías públicas o semi-públicas cuentan con el apoyo del gobierno y tienen mejor acceso a la financiación y mayores facilidades para los contratos de los grandes proyectos estatales, you sean infraestructuras, transportes, tecnología, y otras más. Pero tiene además otro efecto importante, confiere a estos países una ventaja importante en la utilización de herramientas económicas y empresariales con fines geopolíticos. Una dinámica cada vez más habitual y que los expertos han bautizado como geoeconomía. La lógica del conflicto con la gramática del conflicto. En este contexto, herramientas como las sanciones económicas, los tratados comerciales, o el ciberespionaje industrial son cada vez más relevantes. También los fondos soberanos, impulsados especialmente por las economías emergentes que los utilizan para apuntalar su estrategia exterior, pero a menudo interfiriendo en la política de los países donde invierten y haciéndose a veces incluso con infraestructuras clave de resolver. El modelo de capitalismo que adopten las economías emergentes no es una cuestión económica menor. En 2030 entre las diez mayores economías del mundo, habrá cinco de las que hoy consideramos como pequeñas. Un buen indicador para ver este cambio de panorama es la evolución del PIB. Sí, Estados Unidos y Europa seguirán siendo dos potencias económicas, pero países como China, la India, y la región del Asia Pacífico multiplicarán su contribución a la economía global. Y hacia allí es hacia donde se está dirigiendo desde hace tiempo la atención de todas las empresas del mundo, no solo por tratarse de la zona con más habitantes, donde sus clases medias son el gran motor del consumo mundial, sino también porque presentan conexiones únicas para la inversión y la producción, en especial la abundancia de mano de obra a bajo coste. Sin embargo, no todo son luces. Las condiciones que empujaron el crecimiento de estas economías emergentes no perdurarán para siempre. El alto precio de las materias primas, los bajos tipos de interés, o los grandes flujos de capital que han permitido un incremento sin precedentes en la inversión extranjera directa en estos países, son factores limitados en el tiempo. Cuando vayan desapareciendo, las economías emergentes con pilares menos sólidos no encontrarán fácil crecer al ritmo que lo han hecho hasta hoy. Incluso China, cuyo milagro económico en las últimas tres décadas es innegable, se enfrenta a serios retos. Una mano de obra cada vez más cara, burbujas de crédito inmobiliario, o sus dramáticos niveles de contaminación y de corrupción son todas serias amenazas a su crecimiento económico. Y no solo eso. La revolución tecnológica de la que you hemos hablado permitirá, de la mano de la robotización y de otras tecnologías, producir a un coste mucho más barato los mercados occidentales, eliminando en parte la ventaja del bajo coste de la mano de obra, ofrece a China y a otras economías emergentes. Pero no solo son las economías emergentes las que presentan motivos de preocupación. En las economías desarrolladas, aunque nos hemos recuperado de la recesión y el PIB crece, también siguen habiendo importantes retos. Un crecimiento del PIB menor que el de las últimas décadas, los bajos niveles de productividad, los altos niveles de deuda pública y privada, el decreciente impacto de la política monetario de bajos tipos de interés, la incertidumbre sobre el impacto de este experimento sin precedentes de inyección de liquidez global, las posibles nuevas burbujas en los precios de activos que esto haya podido generar, las dudas sobre cómo reaccionará la economía cuando comiencen a subir los tipos de interés, y el riesgo de nacionalismo económico y guerras comerciales que la edición del presidente Trump ha puesto en la palestra. También en Europa, el Brexit presenta un reto de primer grado. En resumen, el contexto económico mundial está en ebullición, y todas las empresas, incluidas las familiares, se verán afectadas por cómo evolucionen estos factores en los próximos años. [MÚSICA] [MÚSICA] [AUDIO_EN_BLANCO]