[MÚSICA] En las anteriores sesiones hemos repasado varias tendencias que están definiendo el contexto global en el que tendrán que operar las empresas, incluidas las familiares. Tecnología, geopolítica, economía, demografía. Cerramos este repaso con un ámbito de verdadero riesgo existencial para la humanidad, el medio ambiente. Para entender cómo puede este ámbito condicionar el contexto global, analizaremos el triángulo alimentación, agua y energía. Son los tres pilares de consumo de los recursos naturales que se están modificando a mayor velocidad. Pero primero, pongamos algo en contexto. Como acabamos de ver, el mundo vive un proceso de urbanización, que se ha acelerado aún más en los últimos años con el crecimiento de las ciudades y las economías emergentes. Según los datos de la ONU, el 66% de la población mundial residirá en áreas urbanas en 2050. En tres décadas tendremos a 2.500.000.000 de personas más viviendo en las urbes de todo el mundo. El desplazamiento hacia las ciudades no conlleva tan solo un movimiento masivo de personas, sino también el crecimiento de las clases medias y un cambio radical en los hábitos de consumo, empezando por la alimentación, que tiene consecuencias en el medio ambiente. Los expertos relacionan el proceso de urbanización con un mayor consumo de proteínas, como la carne, cuya demanda se duplicará entre el 2000 y el 2050. En países como China se espera que, para entonces, el consumo de carne per cápita crezca hasta un 150%. Según la FAO, la producción de comida tendrá que aumentar un 60% de aquí a entonces, con las implicaciones medioambientales que esto supone. Por poner un ejemplo, la producción de un kilo de pollo genera tres kilos y medio de emisiones de CO2, mientras que la misma proporción de carne de vacuno supone más de 13 kilos de CO2 de emisión. El impacto de un crecimiento de 60% de su producción tendrá, sin duda, un gran impacto en el calentamiento global. La respuesta pasa por la tecnología, los avances en la agricultura intensiva han sido formidables en las últimas décadas y nos han permitido multiplicar la producción de alimentos con muchos menos recursos. Si logramos mantener este nivel de innovación tecnológica, no hay razón para no ser optimistas respecto a nuestra capacidad para alimentar al planeta, como ha sido el caso hasta hoy. Dicho eso, la presión sobre los recursos que contemplamos no tiene parangón en la historia y será un reto de primer orden hacerla así. De hecho, países como China son muy conscientes de ello y están adquiriendo vastas áreas de tierras cultivables en terceros países, en lo que algunos llaman you un nuevo colonialismo. Los nuevos hábitos de consumo no solo tendrán implicaciones en la extensión de tierra cultivable, deforestación o emisiones de CO2, también lo tendrán en un recurso elemental como es el agua. El crecimiento de la población mundial y el fenómeno de la urbanización será tan importante que se prevé que para 2030 casi el 60% de la población mundial sufra de estrés hídrico, de falta de agua. En 2014, 900 expertos globales señalaron la crisis del agua como el riesgo que más daño podría causar entre las 28 amenazas globales que se analizaron. La razón es la transversalidad del agua como recurso natural, un problema relacionado con el agua puede tener efectos en muchos otros recursos. Por ejemplo, una situación de escasez de agua en determinada región en el mundo, podría provocar pérdidas inmensas en la producción de cereal y hasta el 30% del consumo actual mundial de grano. El agua tiene también un importante trasfondo geopolítico, los ríos, a menudo, atraviesan fronteras y suponen una fuente de vulnerabilidad para muchos países, desde China hasta Israel, muchos analistas ven en el agua la principal fuente de conflictos geopolíticos en las próximas décadas. Y queda el tercer lado del triángulo, la energía. Las predicciones indican un crecimiento del 40% en la demanda energética para los próximos 25 años, cómo no, las economías emergentes serán las protagonistas de este tema. Hasta un 60% de la subida se dará en Asia, África, Oriente Medio y América Latina. A pesar del avance en las energías renovables, buena parte de ese consumo se centrará aún en las energías fósiles como el carbón, el gas y el petróleo. La principal consecuencia de este incremento en el consumo de energías fósiles, tanto en el pasado como a futuro, es el you conocido cambio climático. El hombre está cambiando su entorno físico a través de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global. Los expertos pronostican una subida de la temperatura media global de entre 0,3 y 0,7 grados centígrados en los próximos 20 años, aunque pueda parecer un incremento limitado, no lo es, si tenemos en cuenta que en los últimos 130 años el aumento no ha sido de más de 0,85. Organismos como las Naciones Unidas you han acordado actuaciones para limitar la subida de las temperaturas a un máximo de dos grados, para evitar impactos que supondrían un auténtico riesgo existencial para el planeta, como el incremento de fenómenos meteorológicos extremos, el cambio de los periodos de precipitaciones de los que dependen muchas economías agrícolas y un océano cada vez más cálido y ácido. La subida de temperaturas, además, conlleva al desnieve de glaciares y casquetes polares que causarán una subida del nivel del mar de entre 26 y 95 centímetros para el año 2000. Una situación que pone en riesgo real a países como a Bangladesh o incluso al estado de Florida. El cambio climático ha sido una de las cuestiones más tratadas a nivel internacional, llegando a puntos culminantes que invitaron al optimismo, como los acuerdos de París de 2015, que pusieron de acuerdo a la comunidad internacional en los objetivos medioambientales a lograr en los próximos años y las iniciativas que se deberían tomar para lograrlo. Sin embargo, el futuro de estos acuerdos no está asegurado. Más allá de desacuerdos puntuales entre países más y menos contaminantes, la principal amenaza a su implementación es, volviendo al principio de este bloque, la falta de efectividad de la gobernanza. Un riesgo que se ha agravado con la victoria del presidente Trump, que ha anunciado el abandono de Estados Unidos del Acuerdo de París contra el cambio climático. Países como China, Alemania o Francia mantienen su compromiso con los objetivos fijados, pero la decisión de la principal potencia económica y política mundial ha dejado la lucha contra el cambio climático en nada. En resumen, la presión que la humanidad está ejerciendo sobre su medio ambiente es you innegable. Como los otros retos que hemos estudiado en este bloque de tendencias globales, nada está escrito aún, los riesgos que hemos descrito pueden materializarse, pero estas tendencias también abren enormes oportunidades económicas de las que empresas familiares innovadoras pueden beneficiarse si actúan con iniciativa y ambición. Gracias por escucharme y buena suerte. [MÚSICA] [AUDIO_EN_BLANCO]