El discurso del odio y la imagen del enemigo son dos cuestiones que no debemos marginar de la enseñanza. Trabajar el discurso del odio quiere decir trabajar con una cuestión en la cual nuestros jóvenes se encuentran cada día en los diarios, en los medios digitales, en las redes sociales y es importante trabajarlo en la escuela para poder crear o para poder construir contrarelatos del odio, para buscar alternativas desde los derechos humanos. El discurso del odio nos inunda de prejuicios y de estereotipos. Se alimenta de prejuicios y de estereotipos. En realidad, el discurso del odio utiliza nuestros miedos, nuestras frustraciones. El discurso del odio se alimenta también de la imagen del enemigo. El enemigo tiene la culpa de todo lo que nos pasa. Al enemigo no le deseamos nada bueno. El enemigo es aquel que hemos de aniquilar, con el que no podemos buscar el consenso, con el que siempre estamos en conflicto. Esta creación de la imagen del enemigo es la que alimenta verdaderamente el discurso del odio, pero es una construcción absolutamente absurda, ya que en realidad, la imagen del enemigo y el discurso del odio lo que está haciendo es mostrar todos nuestros miedos. En realidad, no existe un nosotros y un ellos, porque intentar construir un nosotros es homogeneizar a una población, a unos grupos humanos que en realidad también somos diferentes entre nosotros. Y seguro que tenemos muchas cosas en común con aquello que llamamos las otras personas, los otros grupos sociales. En la escuela, en la educación, aprender nuestra identidad, aprender a saber cómo somos, cuáles son nuestras características como grupos humanos, no significa aprender solo a valorarnos a nosotros mismos, significa desarrollar capacidades para la alteridad, para comprender mejor las otras culturas, los otros grupos sociales. Todos somos diferentes y todos somos iguales. No existe la identidad sin la alteridad, son dos conceptos que no se pueden separar. Yo no me puedo definir a mí mismo si no me comparo con otras personas. Por lo tanto, mi identidad se completa con mi alteridad. El tratamiento de los discursos del odio en la escuela no tiene otra finalidad que aquella que nos dice que los jóvenes deben aprender a analizar críticamente, a desarrollar su pensamiento crítico para interpretar críticamente el discurso del odio y ser capaces de construir contrarelatos alternativos, contrarelatos basados en justicia social y en derechos humanos. Una de las grandes iniciativas de la Unión Europea del Consejo de Europa ha sido todo el movimiento del "No hate speech": no a los discursos del odio. Ha sido un programa, un movimiento que ha intentado que se desarrolle en las escuelas, en todos los países, en todos los grupos sociales por parte de los jóvenes. Un movimiento que diga: no al discurso del odio. Este movimiento ha tenido también repercusión en todos los sistemas educativos, en el sentido de incluir este trabajo con el discurso del odio o no al discurso del odio o la construcción de los contrarelatos en los programas educativos de todos los países y especialmente en aquellos como en los estudios sociales donde estamos tratando el pasado de las personas, el presente de las personas y el futuro de las personas. Es muy importante que dentro de los programas de ciencias sociales se traten estas cuestiones porque es una manera también de aprender a convivir en nuestro medio, en nuestro contexto y en un contexto más amplio, como puede ser Europa. En Europa todos somos diferentes, pero también todos somos iguales. En el mundo todos somos diferentes, pero también todos somos iguales. En las investigaciones que hemos realizado nos hemos dado cuenta que en el discurso del odio, evidentemente los jóvenes, como los adultos, ponen una gran cantidad de emociones. Muchas veces son discursos que se rigen por las emociones y no por la racionalidad. Por lo tanto, ¿qué debemos hacer en la escuela? Debemos hacer que el alumnado, que los jóvenes se den cuenta que muchas veces cuando construyen un discurso del odio, lo están construyendo sin preguntarse por las causas, los protagonistas, las consecuencias. Es decir, sin aplicar una racionalidad un poco más intelectual a este tipo de relatos. A partir de la reflexión sobre las emociones, sobre los sentimientos que hacen que se construyan estos relatos del odio, es que nosotros hemos de trabajar para enseñar a construir una alternativa a estos discursos del odio que lo único que hacen es buscar la diferencia, buscar la desigualdad, buscar y alimentarse del estereotipo. Es decir, como última finalidad, hemos de construir contrarelatos. ¿Y cómo los hemos de construir? Volvemos al gran objetivo, al gran horizonte que tiene actualmente la educación, que son los derechos humanos. Y los derechos humanos están basados en la justicia social. Por lo tanto, construir contrarelatos a los relatos del odio quiere decir: poner en primer plano los derechos humanos. Muchas gracias.