Hola. Soy Ángel Pascual Ramsay, Director de Global Risk en ESADEgeo, y vuestro profesor en este segundo bloque del MOOC. Como ya habéis visto en las primeras sesiones con Javier Solana, las tendencias y proyecciones para los próximos 15 años, muestran un mundo muy diferente al actual, más complejo y más dinámico. Cualquier proceso de cambio y nuevo equilibrio conlleva una serie de reajustes que generan oportunidades pero también riesgos. Son estos reajustes los que trataremos de explicar a lo largo del segundo bloque de nuestro MOOC. En este bloque, vamos a centrarnos en los riesgos globales, es decir, sucesos que causan un impacto negativo significativo para varios países o industrias en el medio plazo, y cuyo origen no se puede escribir a un solo país. Pueden ser económicos, geoeconómicos, de seguridad, gobernanza, y en general desfían al orden mundial. Dado que en las próximas sesiones pasaremos a analizar cada uno de estos grupos de riesgos, es importante que todos entendamos cómo se definen. Por ello, si tenéis dudas o queréis asentar conocimientos, podéis encontrar explicaciones y aclaraciones en el documento relacionado con esta lectura. Como habréis entendido ya, la geopolítica busca dar respuestas a situaciones complejas de las relaciones estratégicas entre estados; y para ello, la primera exigencia es plantearnos preguntas. Por lo pronto, y lo que a riesgos globales respecta, en el mundo interdependiente que nos describían los profesores Solana y Vandendrishen, hay que preguntarse qué riesgos asechan a corto y medio plazo. Y una vez que los hayamos identificado, nos plantearemos qué estructuras de gobernanza global podrían evitar que estos riesgos tengan efectos sistémicos. Veréis a lo largo de este bloque que la geoeconomía y la gobernanza global son temas muy amplios. Es posible que en algunos casos mis explicaciones no sean todo lo detalladas que hubierais querido, debido a una mera cuestión de tiempo disponible. Dicho esto, no dudéis en plantear vuestras preguntas en el foro de discusión. El resto de compañeros y el equipo pedagógico del MOOC, haremos lo imposible para contestaros. Lo primero que haremos será analizar cuáles son los riesgos económicos globales, y en particular, cuáles son los riesgos macroeconómicos globales más relevantes en el contexto actual. Para ello, es necesario entender cuál es el escenario macroeconómico en el que nos encontramos en la actualidad. [AUDIO_EN_BLANCO] Para empezar, como habéis visto en el bloque anterior, el escenario económico a medio plazo tendrá su eje principal en el Pacífico. Aunque Estados Unidos y la Unión Europea seguirán siendo los dos grandes bloques económicos, tras casi dos siglos de dominio económico occidental, el centro de gravedad económico girará hacia oriente, China, India, y la región de Asia Pacífico en general, incrementarán sustancialmente su contribución a la economía global, y lo harán a una velocidad sin precedentes en la historia económica mundial. Sin embargo, por irónico que parezca, en paralelo a este nuevo esquema en el que todo parece girar en torno a China, nos encontramos con que el gigante asiático presenta síntomas de desaceleración de su crecimiento. Con la excepción de los años 89 y 90, El PIB chino ha estado siempre por encima del 7% en los últimos 34 años. Esto es un dato realmente increíble en términos históricos, pero se avecinan problemas para Beijing, que debe afrontar algunos retos de medio plazo que ponen en duda la sostenibilidad de su modelo de crecimiento. Veámoslos. El primero es la realidad de que la población está viviendo un rápido envejecimiento como consecuencia de la política de hijo único que ha tenido el gigante asiático durante décadas. Segundo, el costo de la mano de obra se está encareciendo como no podía ser de otra manera, según el país va escalando en la escala de valor. Tercero, las ganancias fáciles de productividad y eficiencia que venían cuando era un país menos desarrollado con respecto a occidente, son cada vez más difíciles. Cuarto, el país está cometiendo un cambio, su modelo de crecimiento, pasando de una economía basada en la inversión y la exportación, a un modelo donde prima más el consumo interno. Esto es positivo porque es lo que China debe hacer, sin embargo va a conllevar unos riesgos de inestabilidad que el gobierno chino va a tener que gestionar de manera muy cautelosa. Quinto, los excesos y desequilibrios generados por un ciclo de crecimiento tan intenso y prolongado son cada vez más acuciantes, lo que se refleja especialmente en las burbujas de crédito e inmobiliarias que asechan al país. Sexto, los niveles de contaminación en China son dramáticos, lo que hace el crecimiento intensivo a base del consumo de energías fósiles cada vez más complicado. Y séptimo, la lucha contra la corrupción en China, uno de los grandes temas sociales del país, está lejos de cumplir con sus objetivos; y las demandas de buen gobierno por parte de la ciudadanía, son cada vez mayores. Este es un tema que bien podría llevar a inestabilidad social. Estos riesgos ya se están materializando en datos bastante preocupantes. La deuda local sigue creciendo hasta situarse en torno a un 40% del PIB. Hay un riesgo evidente de que estalle su mercado inmobiliario, como se vio ya en los primeros nueve meses del 2014, en que las ventas cayeron casi un 11%, y el desempleo está creciendo de forma constante. En el último año, según las cifras oficiales, se situó en el 5,1%, pero en el caso de China las cifras oficiales no siempre son las más fidedignas, especialmente las negativas. En definitiva, habrá que estar muy atento al futuro económico de China, especialmente en un momento en el que la creciente interdependencia facilita el contagio entre economías de cualquier problema serio. Un aterrizaje brusco del que ha sido el principal motor de crecimiento de la economía mundial durante las dos últimas décadas, se dejará sentir en todo el globo sin ninguna duda. [AUDIO_EN_BLANCO] Los problemas de crecimiento en las economías emergentes no son solo aplicables a China; muchas de ellas presentan perspectivas de ralentización. La razón es que los factores que han estado detrás del crecimiento reciente en países como Turquía, Indonesia, Brasil o Rusia, son cada vez menos sólidos. La bonanza de crecimiento de estos países se fundamentó en buena medida en los altos precios de las materias primas, los bajos tipos de interés que permitieron altos niveles de inversión, y la financiación externa propiciada por las políticas monetarias de estímulo de los bancos centrales occidentales. Pero todo esto está cambiando. Entre la probable subida de interés de los tipos por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos antes de finalizar 2015, y las, y la desaceleración de China, principal comprador de materias primas durante la última década, se plantean serias dudas sobre el potencial de crecimiento de las economías emergentes a medio plazo. De hecho, algunas ya están tomando medidas para minimizar la volatilidad de los precios, y defender el valor de sus monedas; pero sigue siendo probable una desaceleración del proceso de convergencia de estas economías emergentes con las economías desarrolladas, especialmente de aquellas que dependen de la exportación de crudo y de materias primas. Una de las ideas fundamentales que me gustaría os llevarais de esta clase, es que muchas de estas dinámicas globales están interconectadas; y por eso, la evaluación de estos riesgos globales ha de hacerse teniendo en cuenta la interacción de factores económicos y geopolíticos. Dejadme que os lo ilustre con un ejemplo. Hemos mencionado las materias primas, y en particular el petróleo, el oro negro de la economía mundial. Como muchos de vosotros quizás sabréis, su precio ha sufrido un descenso muy pronunciado en el último año, que prácticamente ningún analista fue capaz de prever. Miremos un poco en detalle cómo ha evolucionado este tema, y qué lo puede haber causado. Empecemos con un dato. A principios del 2014, el precio de un barril de Brent, que es la medida estándar para fijar el precio del petróleo, se situaba en torno a los 105 dólares. Sin embargo, a final de año se situó por debajo de los 60, lo cual supone un 40% de caída. ¿Cómo se puede explicar una bajada tan brusca? Bueno, como en cualquier bien, el crecimiento de la oferta y la reducción de la demanda implica una bajada en el precio, y así fue en este caso; creció la oferta y cayó la demanda desplomando el precio del barril de Brent. Pero, ¿qué ocurrió? Bien, principalmente se debió a tres factores. Por el lado de la oferta, estamos viendo un aumento de la producción no convencional de gas y petróleo de esquisto, especialmente en Estados Unidos, esta revolución de lo que se llama en inglés, fracking, está generando un seísmo en el mercado energético mundial. Por el lado de la demanda, China, otra vez, China, ha frenado su consumo y esto ha tenido un impacto determinante, en los niveles de demanda de petróleo a nivel global. El tercer factor es que, el cartel de la OPEP, que representa el 35% de la producción mundial de petróleo, no ha tomado ninguna medida para contrarrestar esta bajada de precios, a diferencia de lo que sí ha ocurrido en episodios históricos anteriores. Ante un escenario así, de hecho hubiera sido lógico que la OPEP hubiera reducido su producción, como lo hizo en el pasado, pero la gran diferencia es, que en esta ocasión Arabia Saudí, su principal socio, se ha negado a hacerlo. ¿Qué motivo estratégico podría haber llevado a Riad a mantener los volúmenes de producción? A sabiendas de que haciéndolo no paraba el desplome del precio de venta, del que tanto depende su presupuesto. Un primer motivo, es económico. Con un precio de 57 dólares el barril de Brent, la vialidad económica de los proyectos de producción de petróleo no convencionales, no resulta rentable. La producción de muchos pozos, solo es viable económicamente, a partir de precios estables por encima de los 70 dólares. Es decir, Arabia Saudí, ganaría o por lo menos mantendría su cuota internacional. Dicho de otra manera, con esta medida Arabia Saudí, estaría intentando, sacar del mercado a estos nuevos competidores, que le están saliendo, sobre todo en Estados Unidos. El segundo motivo, ya no es económico, es geopolítico, y esto es lo interesante de este ejemplo, cómo ambas dinámicas interaccionan. Arabia Saudí, busca mantener su influencia en Oriente Medio, en un momento, como todos sabéis, de gran inestabilidad en el que la confrontación, entre chiitas y sumitas, es clave, para entender la dinámica de la zona. Con un barril a 60 dólares, Arabia Saudí, consigue mermar, duramente la economía de su rival, Irán y líder del bloque chií, y por lo tanto, sobrado de influencia en la región, en un momento clave en las negociaciones nucleares con Estados Unidos. Es una muestra más, de la cada vez más común utilización, de herramienta económicas con fines geopolíticos. Esto, de hecho, también tiene un efecto colateral, sobre las finanzas públicas y por lo tanto, también la estabilidad económica y política de países como Argelia, Ecuador, Irán, Irak, Libia, Nigeria, Rusia o Venezuela, que necesitan precios superiores a los 100 dólares por barril para equilibrar sus presupuestos públicos. Antes de concluir con este punto, es importante recalcar, una información. La relación entre el precio del barril y el equilibrio de las cuentas estatales, es directa, porque el costo de producir un barril de petróleo varía, obviamente en función de sus condiciones de extracción, que son diferentes de país a país. Venezuela o Rusia producen oncos de muy superior, al de los estados del Golfo, por lo que necesitan un precio superior a los 100 dólares para cuadrar sus presupuestos. Como bien habéis notado, el escenario actual es preocupante para los países dependientes de sus exportaciones de hidrocarburos. En este contexto de desequilibrios económicos, los equilibrios geopolíticos, tanto en Oriente Medio como el espacio post soviético y el Caribe, podrían cambiar sustancialmente. Por recapitular, la desaceleración de las economías emergentes, que han sido el motor del crecimiento global en la última década, el cambio de los factores que han permitido este crecimiento, las dudas sobre China, y el impacto de la caída del petróleo, son algunos de los principales riesgos económicos globales del momento. Pero no son los únicos. Desde la continua crisis de la zona Euro y el riesgo de salida de Grecia, y ahora también, incluso del Reino Unido de la Unión Europea, en 2017. Hasta la temida deflación, pasando por el preocupante desempleo estructural y empleo precario, que aceptan muchas economías occidentales, son muchos los riesgos de carácter económico, a los que se enfrenta el mundo en la actualidad. Seguimos en la próxima sesión. [AUDIO EN BLANCO]