Hola. Para la lección de hoy, tendremos en cuenta las pastillas de los frenos de una bicicleta. Si usted las reemplazara después de cada recorrido, seguramente eliminaría el riesgo de accidentes causados por el mal estado de estas. Sin embargo, a lo largo del ciclo de vida de la bicicleta, se tendría un alto costo por mantenimiento. Este es un ejemplo de una tarea técnicamente viable donde se elimina el riesgo asociado con la ocurrencia de la falla, pero económicamente no es conveniente. Podemos intuir entonces que, en este caso, es mejor definir una tarea de reemplazo de las pastillas, basada en la condición. Ahora la pregunta sería, ¿cómo podemos evaluar si la ejecución de una tarea proactiva es conveniente a largo plazo? Esto es lo que aprenderemos en este video. Al momento de seleccionar tareas proactivas, podemos aplicar los tres pasos presentados en la imagen. Primero, se necesita medir los efectos de cada modo de falla y clasificarlos en una de las cuatro categorías de consecuencias. Estas son: seguridad de ambiente operacional, no operacional y falla escondida. Enseguida se revisa si la tarea proactiva es técnicamente viable y, finalmente, si es económicamente viable. En el caso de que la tarea proactiva no sea técnicamente o económicamente viable, tendremos dos posibilidades según la consecuencia de la falla. La primera es dejarlo fallar, es decir, no implementar ninguna tarea proactiva, sino limitarse a tareas correctivas. Como es de esperarse, esta generalmente es una buena elección para fallas con consecuencias leves con respecto a la operación del activo o para fallas con consecuencias no operacionales. Mientras que la segunda posibilidad es el rediseño para eliminar la ocurrencia del modo de falla o para limitar sus consecuencias. El rediseño generalmente se aplica en modos de falla que tienen consecuencias en la seguridad de ambiente o fuertes impactos en la operación del activo. Vamos ahora a desglosar los tres pasos para la selección de tareas proactivas. Para clasificar las consecuencias de la ocurrencia de un modo de falla, podemos utilizar un árbol de decisión. Primero, tenemos que revisar si la pérdida de función causada por el modo de falla la podemos identificar fácilmente en circunstancias normales. En el caso que sí, el modo de falla será evidente; mientras que en el otro caso, la falla será escondida. En el caso de falla evidente, revisaremos si el modo de falla determina una pérdida de función u otro daño que podría herir o matar a una persona, o infringir alguna norma o regulación ambiental. En el caso que sí, el modo de falla tendrá consecuencias en la seguridad y ambiente. En el caso que no, miraremos si la falla tiene un efecto adverso directo en la capacidad operativa del activo. En el caso que sí, el modo de falla tendrá una consecuencia operacional, mientras que en el otro caso, tendrá una consecuencia no operacional. Un modo de falla puede tener solamente una consecuencia y, en general, se asigna la más grave siguiendo el árbol de decisión ilustrado. Ahora, revisemos a través de un caso simple, si entendimos este concepto. Una vez clasificada la consecuencia de la falla se procede a analizar la viabilidad técnica de la tarea proactiva. Este proceso consiste en evaluar si es físicamente posible realizar una tarea proactiva que reduzca las consecuencias de las fallas a una medida que puede ser aceptable para el propietario o el usuario del activo. En el caso que la tarea sea técnicamente viable se procede a analizar la viabilidad económica. Si no es técnicamente viable se tendrá que escoger entre una tarea correctiva o un rediseño. Una vez verificada la viabilidad técnica, se procede con la viabilidad económica. Este paso consiste en evaluar si la tarea proactiva reduce las consecuencias del modo de falla a una medida que justifique los costos directos y de penalización que ocurren al ejecutar la tarea. En el caso que la tarea sea económicamente viable, esta se incluye dentro del plan de mantenimiento. Si no es económicamente viable, se tendrá que escoger entre una tarea correctiva o un rediseño. Con respecto a los modos de falla que tienen consecuencias en la seguridad o ambiente, cabe aclarar que se suele evaluar solamente la viabilidad técnica de la tarea proactiva. Esto se debe a que la herida o la muerte de una persona en el trabajo no es tolerable. Por este motivo, se tiene que hacer todo lo posible para minimizar la probabilidad de ocurrencia de cualquier incidente relacionado con la salud de las personas. Es por esta razón que se evalúa solamente la viabilidad técnica y si no existe una tarea proactiva viable, la única posibilidad que se tiene es el rediseño. Lo mismo aplica con respecto a las fallas con consecuencias en el medio ambiente. En fin, hemos aprendido los criterios para seleccionar tareas proactivas. Sin embargo, el detalle de cómo evaluar la viabilidad técnica depende del tipo de mantenimiento, así como de las consecuencias de la falla. Por otro lado, la viabilidad económica consistirá en la comparación económica entre el escenario en el cual se implementa la tarea proactiva y en el cual el activo se deja fallar.