[MÚSICA] [MÚSICA] En este primer vídeo responderemos a la pregunta, ¿qué es el internet de las cosas? Uno de los rasgos característicos de la sociedad actual es la ingente cantidad de datos que producimos, es decir información. Con la liberalización de las telecomunicaciones lo que produjo, entre otros factores el nacimiento del conocido movimiento del software libre y el crecimiento exponencial de las nuevas tecnologías hemos pasado del small data, los limitados datos aprehensibles por el cerebro humano a los big data o datos masivos que son objeto de tratamiento para descubrir co-relaciones, patrones o tendencias que quedan ocultas al hombre o que hubiera tenido que emplear muchos años para poder descubrirlas. El tratamiento de los datos masivos es siempre automatizado, empleando para ello sofisticados algoritmos y las operaciones que se realizan con ellos y los datos son cada vez más complejas porque se recombinan los datos constantemente, se reutilizan, se tratan desechos de datos, se extraen datos secundarios, se extraen también usos primarios, usos secundarios de los datos. Y no se suelen suprimir o destruir dada la importancia de su re-utilización. El crecimiento exponencial de la tecnología fue predicho por Gordon Moore, co-fundador de la conocida empresa Intel que escribió un artículo en 1965 que resultó ser uno de los más citados de su época y del que se habla todavía hoy en día. De hecho se habla de la ley de Moore. En esta ley Moore predijo que a partir de 1975 los componentes de los circuitos integrados se doblaban cada dos años. Esta ley se considera que va a seguir siendo vigente hasta el año 2023. El crecimiento exponencial opera en una gran variadad de tecnologías de la información lo que supone también un crecimiento exponencial de la capacidad de almacenamiento de los datos, en los discos duros, la capacidad de producir datos de procesarlos y a su vez el crecimiento exponencial de la velocidad a la que se van a transmitir esos datos. Se multiplica su rendimiento y se divide su coste. Para ello debe reducirse el tamaño de los procesadores. En la actualidad you existen micro procesadores o chips de siete nanómetros que constituye el tamaño mínimo alcanzable. Otra tecnología del futuro van a ser los procesadores re-programable. Hemos pasado de pequeños servidores a los que estaban conectados los terminales de los usuarios a los grandes centros de datos. Hemos pasado de conservar los datos en el disco duro de nuestro ordenador o en un lápiz USB a conservarlos en la nube. Y se ensayan you nuevas fórmulas de almacenamiento como el el ADN sintético y las películas foto sensibles que se depositan en un almacén del Ártico y que comercializa la empresa noruega Pickle. Hemos ido convirtiendo la realidad física en realidad digital. En su origen se hacía referencia a la digitalización como aquel proceso tecnológico que permitía convertir un documento en soporte papel u otro soporte no electrónico en soporte electrónico pasando a ser un documento electrónico. Se convierte en uno o en varios ficheros electrónicos que contiene la imagen codificada fiel e íntegra del documento. Este proceso se puede aplicar no solo a documentos sino también a cualquier representación de cualquier cosa en el mundo físico. Un paso más en esta evolución viene a representado por el cada vez más frecuente empleo de robots en nuestra vida cotidiana. La imagen digital se datifica, es decir se convierte en datos mediante el empleo del código binario del lenguaje informático par que un algoritmo pueda tratarlos en función de una o varias finalidades concretas. La datificación de todas las cosas tangibles e intangibles a conducido a hablar del internet de las cosas. Aunque en la actualidad más bien deberíamos hablar del internet de los datos. Se alude a internet de las cosas o de los objetos como traducción literal de la expresión inglesa internet of things cuyo autor fue Kevin Ashton en 1999 al hilo de una presentación que hizo para la multinacional Procter and Gamble en la que relacionaba los identificadores de radio frecuencia, o también conocidos por sus siglas en inglés RFID, con la cadena de suministros de cosas de esa empresa. En esa presentación, advertía que la información circulaba por internet era una información que habían introducido las personas. Y por tanto dependía del tiempo que estas tuvieran a disposición para introducir esa información que la información pudiera ser accesible en la red. Sin embargo, si esa información provenía directamente de las cosas que nos rodeaban incorporándose directamente a internet gracias a los ordenadores, y más concretamente al software, pues se podrían rastrear las cosas, tener información directa en tiempo real de su uso, vida útil, características, necesidad de nuevos suministros, resposición de cosas, si tiene que ser la cosa reparada, mejorada, reemplazada, su fecha de caducidad, con la cual se reducirían los desechos y se ahorraría en costes de producción. En la actualidad, además de los sistemas RFID, también se recaban datos mediante sensores wireless o mediante las cookies u otra tecnología similar. En su origen, el internet de las cosas nace como una forma de facilitar información en la cadena de suministro de la empresa. Por eso se habla de la industria cuatro punto cero o de la cuarta revolución industrial. Este término designa la completa digitalización de los procesos de producción en las fábricas que proporciona datos que permite optimizar la productividad y la calidad de los productos. El internet de las cosas se nos aparece entonces como una plataforma, una infraestructura o una arquitectura global de información donde las cosas se comunican entre sí, dialogan, se transmiten en información, se coordinan, se reconocen, se identifican e interactúan entre ellas y con los ordenadores. El grupo RFID y define el internet of things de la siguiente manera. Nos dice que es una red mundial de objetos interconectados con un identificador único sobre la base de protocolos estándar de comunicación. Eso lo que se conoce desde el punto de vista técnico como interoperabilidad. La interoperabilidad aparece definida como la capacidad de los sistemas de información y por ende de los procedimientos a los que éstos dan soporte, de compartir datos y posibilitar el intercambio de información y conocimiento entre ellos. Otra característica del internet de las cosas es la escalabilidad. Es decir, la capacidad que tiene la red de redes de adaptarse al cambio de circunstancias en el manejo de la cantidad de información sin perder su fluidez, su rapidez, la calidad de los procesos informáticos que generan, transmiten y analizan la información recibida. Así va cambiando su tamaño y configuración a medida que cambia el volumen y la calidad de los datos. En rigor, el internet de las cosas no es una extensión de internet, sino un nuevo sistema interdependiente que opera con su propia estructura sobre la base de la infraestructura you existente de internet. Y la tecnología cinco G va a ser su gran aliado. Las cifras hablan por sí mismas. Se ha estimado que para 2020 habrá más de veintisiete billones de cosas conectadas directamente a internet mediante sensores wireless. Y esta cifra se va a doblar cada cinco años. Hay que tener en cuenta que las personas en las economías desarrolladas poseemos entre 1.000 y 5.000 cosas. Luego no es descabellado pensar que en un tiempo no muy lejano habrá más objetos en la tierra que personas. En términos monetarios, en la unión europea formada por 28 estados miembros, el internet de las cosas representaba tres cientos siete millones de euros. Pero se prevé que para el 2025 se roce el billón de euros y a nivel global los once billones de dólares. Así, de su aplicación inicial al canal de suministro de una empresa el internet de las cosas se acaba convirtiendo en una pieza clave de la computación obiqua, expresión que puso de moda Mark Weiser. Todo es accesible a través de internet en cualquier lugar y en cualquier momento por cualquier persona. Un ejemplo de ello se demuestra con los servicios en la computación en la nube. En la actualidad, se considera el que el internet de las cosas comprende tres polos. El internet de la energía, el internet de la infraestructura o logística y el internet de las comunicaciones. Creando una plataforma operativa coherente a nivel mundial que actúa de forma autónoma buscando continuamente formas de aumentar la eficiencia en todos los ámbitos. Es lo que, al decir de Joseph Rifkin, nos lleva a una sociedad de la abundancia con un coste marginal cercano a cero. La tecnología que sirve de base son los sistemas RFID o los sistemas de identificación mediante radio frecuencia así como los sensores wireless de los que hablaremos en el próximo vídeo. [MÚSICA] [MÚSICA]