En este vídeo revisaremos algunos principios importantes del manejo y solución de conflictos en las residencias médicas, un tema complejo que es poco abordado en nuestro entrenamiento como médicos especialistas. Por favor, reflexiona sobre los siguientes escenarios: tenemos a un residente de primer año de cirugía general, quien está molesto con el residente de tercer año, ya que éste lo regañó con palabras altisonantes en el quirófano delante de los demás residentes, estudiantes y enfermeras. También tenemos a una residente de nuevo ingreso a ginecobstetricia, quien exige un lugar de estacionamiento en el hospital, ya que hará guardias en la noche y el jefe de servicio le dice que no hay lugares disponibles, solamente para los médicos especialistas. Un residente de psiquiatría acude a consulta en su día de asueto para ver a un paciente deprimido en el servicio de urgencias. Se enoja con el residente de medicina interna de guardia, ya que piensa que debía haber referido al paciente a la consulta externa sin una valoración especializada. Y por último, un grupo de enfermeras del turno nocturno en la Unidad de Cuidados Intensivos acuden con el jefe del servicio al día siguiente para quejarse de que el residente de cirugía que estuvo en la noche hizo una traqueostomía con muy mala técnica quirúrgica y no pidió ayuda para resolver el caso. Por favor, haz memoria, ¿te has enfrentado a un caso similar durante tu residencia? ¿Qué has hecho, cómo lo enfrentaste? ¿Cuál fue el resultado del conflicto? ¿Afectó o no la atención de los pacientes? ¿Afectó las relaciones interpersonales con tu equipo de trabajo? Los conflictos son ineludibles en las residencias médicas. En lugar de evadirlos o ignorarlos, debemos desarrollar habilidades y estrategias para enfrentarlos, de manera que el resultado no sea destructivo para ti y tus compañeros, ni para la atención médica de los enfermos. Un conflicto es un desacuerdo con uno mismo o con otras personas que tiene el potencial de causar daño. El concepto de conflicto tiene un espectro muy amplio que puede ir de un simple desacuerdo por la dosis de un antibiótico, una discusión agria por quién escoge primero el locker para sus cosas personales, llegar a gritos por un reclamo sobre un chisme personal en el equipo de trabajo, hasta una pelea violenta por ver quién tiene la razón en el manejo terapéutico de un paciente. En las escuelas de medicina y residencias médicas habitualmente no recibimos entrenamiento formal en la prevención y solución de conflictos, sino que lo vamos aprendiendo sobre la marcha, viendo cómo nuestros maestros y colegas enfrentan estas situaciones. El conflicto en los miembros del equipo de salud es inevitable, así como lo es en la vida diaria fuera del hospital. La interacción entre las personas en un contexto tan cargado de situaciones complejas, pacientes que requieren ser atendidos, diferentes prioridades y personalidades de especialistas, residentes, estudiantes, enfermeras y administrativos, así como pacientes y sus familiares, son un verdadero caldo de cultivo que es idóneo para que surjan conflictos todo el tiempo. Algunos conflictos escalan a situaciones muy incómodas que pueden ser perjudiciales para las personas individuales y para el equipo, y cuando no se resuelven adecuadamente pueden dejar heridas emocionales que tardan mucho tiempo en curar, que impactan negativamente en el equipo de trabajo y en el aprendizaje de los residentes y estudiantes, y también pueden afectar la atención de los pacientes, generando malentendidos y también errores médicos. Por todo ello, es necesario identificar algunos elementos que son indispensables para prevenir los conflictos y disminuir sus efectos nocivos. De acuerdo con algunos autores, existen mitos sobre los conflictos y debemos reconocerlos como tales. El primero es que el conflicto puede evitarse, el segundo es que el conflicto es malo por necesidad, el tercero es que es imposible de resolver, el cuarto, que generalmente se requieren abogados y el quinto, que todos los desacuerdos habitualmente escalan en conflictos. Es importante eliminar estos prejuicios, ya que el conflicto es una consecuencia de la vida y de la convivencia entre seres humanos que tenemos valores, culturas, necesidades y metas diferentes. No es que el conflicto sea ni malo ni bueno, es un fenómeno natural que debemos tomar como una oportunidad para crecer y para mejorar. Los conflictos pueden resolverse y minimizar sus efectos sin necesidad de entrar en las situaciones confrontacionales que requieren abogados o mediadores profesionales. Debemos identificar situaciones que pueden generar conflictos para tratar de prevenirlos y actuar oportunamente cuando se presentan, para evitar su escalamiento y sus efectos destructivos.