[MUSIC] Hola, mi nombre es Benjamín Leiva y hoy vamos a hablar sobre la sustentabilidad y la economía. La sustentabilidad desde el Informe Brundtland, de 1987, es entendida como la interrelación, el equilibrio entre tres dimensiones claves para una sociedad, la social, la económica y la ambiental. Que hoy además se ha actualizado para considerar la importancia de la gobernanza que las sostiene. Desde esta perspectiva, la importancia de la economía para la sustentabilidad es directa, es una de las dimensiones que la constituye. Y es evidente cuando uno piensa en la importancia de producir alimentos, abrigo, vivienda y transporte para poder mantener a una sociedad en el tiempo. Y, en efecto, es importante tener siempre claro que el objetivo último de la economía es precisamente satisfacer las necesidades humanas. No obstante, teniendo eso en mente es posible hacer un análisis inverso y reconocer que la sustentabilidad, o, en rigor, las otras dos dimensiones, la ambiental y la social, son claves también para tener una economía próspera y pujante. Como ejemplos simples, es evidente que desde la dimensión ambiental tener disponibilidad de recursos naturales, como peces, minerales y bosques, es importante para el desarrollo de actividades productivas. Así como también lo es la calidad ambiental, tener aire limpio para tener trabajadores sanos. Y agua limpia con ese mismo objetivo y también para múltiples usos que tiene ese recurso tan importante. Desde la dimensión social también es evidente que tener desconfianza entre los individuos de una sociedad dificulta establecer contratos. Cuando existen muchas desigualdades, las tensiones laborales son más evidentes y las negociaciones sindicales más complejas. Y, cuando hay mala educación, lograr disponer de trabajadores altamente calificados también se vuelve más complejo. Desde esta perspectiva, se vuelve más difícil sostener una visión, comúnmente sostenida, que el objetivo de lograr la sustentabilidad, y en particular las otras dos dimensiones, la social y la ambiental, se oponen a la posibilidad del desarrollo de la dimensión económica. No obstante eso, también es importante reconocer que en muchas circunstancias, en efecto, se opone. La conservación de un bosque, por ejemplo, atenta contra la posibilidad del desarrollo productivo de ese bosque. El establecimiento de cuotas de emisión puede, posiblemente, ser muy nocivo para una industria que no tiene una capacidad de reducir esas emisiones. Asimismo, el alza del salario mínimo aumenta el costo de vida, y para financiar una buena educación puede ser necesario establecer impuestos que distorsionen los mercados. Entonces, lo que al final podemos reconocer es que existe un entrañado vínculo, una interrelación compleja entre estas tres dimensiones. En ocasiones es evidente que se compensan entre ellas, mientras que en otros casos es evidente que se complementan. Ahora, lo que en definitiva nos interesaría tratar de distinguir es cuál es el efecto neto. En el agregado subsiste más bien la relación compensatoria o la relación complementaria. Y una forma de conceptualizar esto es a través del concepto de contabilidad riqueza, que ha sido desarrollado extensamente y es usado bastante. Y que, a pesar de sus limitaciones, que mencionaremos un poco más adelante, permite al menos conceptualmente entender lo que está ocurriendo. Lo que esta literatura nos dice es que cada tipo de dimensión puede ser representada o consiste en un tipo de capital. La dimensión social, capital social, dimensión ambiental, capital ambiental, y la dimensión económica, capital económico. Lo que esta propuesta en definitiva plantea es que el capital total de un país está constituido por cada uno de estos capitales multiplicados por su valoración correspondiente. Y esta valoración corresponde al precio sombra de ese capital para esa sociedad. La sustentabilidad se logra cuando la variación de este capital total no cae en el tiempo. No obstante, aquí cabe enfatizar que no es una simple y directa sustitución entre fábricas y minerales, o peces y educación. Porque la magnitud del capital está multiplicado por su precio sombra. Y reconociendo las dificultades inherentes de esto, que por una parte está en la conceptualización en sí de que es posible concebir la naturaleza como un tipo de capital. Y también la dificultad muy real de cómo se, en concreto, mide el capital social y el capital ambiental. Y, más aún, cómo se miden los precios sombra de esos tipos de capitales. Tras todas esas consideraciones, conceptualmente es posible reconocer cómo las relaciones entre estos precios sombras determinan las perspectivas de sustitución. Las perspectivas de cuál es el efecto predominante de compensatoriedad o complementariedad entre las distintas dimensiones. Cuando el precio sombra, por ejemplo, de la dimensión ambiental es mucho mayor que el precio sombra de la económica, lo que está detrás de eso es que la relación predominante es de complementariedad. Es muy difícil lograr aumentar la dimensión económica con sacrificios de la dimensión ambiental. Y esto se ciñe a lo que uno intuitivamente piensa de una sociedad altamente industrializada, en la cual hay poca naturaleza y mucha capacidad productiva. Por el contrario, cuando el precio sombra de la dimensión ambiental es muy similar al precio sombra del capital económico, es más bien la relación inversa la que está presente. Las dimensiones son más bien sustitutivas, y, por tanto, existen amplios espacios para poder aumentar la dimensión económica, disminuyendo o sin consideración de la dimensión ambiental. Y esto es lo que se ciñe a lo que uno intuitivamente pensaría de un país no industrializado, en el cual hay mucha naturaleza y muy poca capacidad productiva. Es importante enfatizar que la sustentabilidad es un fenómeno altamento complejo en el cual se interrelacionan tres dimensiones de una sociedad que, de por sí, you tienen un alto nivel de complejidad. Y, por tanto, es evidente que las herramientas que desarrollemos para tratar de entender este fenómeno van a ser insuficientes e imperfectas. Esto lleva a que sea inevitable, e incluso positivo, que existan más propuestas metodológicas, más formas de conceptualizar el fenómeno. Y un ejemplo de esto es la dona de la sustentabilidad, que conceptualiza la sustentabilidad como aquel espacio seguro y justo para la humanidad. Con lo mínimos sociales y los máximos ambientales para precisamente lograr que esta sociedad pueda sostenerse en el tiempo de una manera próspera y feliz en definitiva. Esta pluralidad metodológica, ejemplificada aquí con el concepto Brundtland de sustentabilidad y la dona de sustentabilidad, es amplia. Existen muchas otras formas de conceptualizar la sustentabilidad y, nuevamente, es muy bienvenido que así sea. El esfuerzo de entender fenómenos altamente complejos, como lo es la sustentabilidad, precisamente se enriquece y se vuelve más fácil y más abordable precisamente cuando tenemos una pluralidad metodológica mayor. Muchas gracias por su atención, y los invito a revisar la actividad adjunta.