En el vÃdeo anterior, identificamos las modalidades de la violencia por razones de género. En este video vamos a hablar de una modalidad especÃfica de esta forma de violencia: la institucional. También hablaremos sobre la revictimización como una forma particular y, desafortunadamente, muy recurrente de esta modalidad. Primero, definamos qué es la violencia institucional. Se trata de actos u omisiones por parte de las y los servidores públicos, que discriminan o tienen como fin retardar, obstaculizar o impedir el libre ejercicio de los derechos humanos, el acceso a las polÃticas públicas y a las normativas. Esta modalidad suele ejercerse contra las personas vÃctimas de violencia de género que van a poner alguna queja o solicitar ayuda a las instituciones del Estado. Esto ocurre porque, a pesar de que ya se han creado normas jurÃdicas para la igualdad y la atención a casos de violencia por razones de género, estas no son suficientes para garantizar que se apliquen de manera correcta en el ámbito institucional. El mayor obstáculo para su correcto funcionamiento es que el personal que brinda estos servicios aún mantiene y reproduce estereotipos de género violentos que llevan a la discriminación de las mujeres y las personas vÃctimas de alguna agresión sexual. A estos actos se les conoce como "revictimización" o "victimización secundaria". Esta consiste en el proceso a través del cual se produce un sufrimiento añadido por parte de las instituciones y el personal encargado de prestar atención a la vÃctima que sufrió violencia por razones de género, en el momento de investigar el delito, dar seguimiento a una queja o instruir las debidas diligencias para esclarecer lo ocurrido. La revictimización puede ser realizada por juezas, jueces, policÃas, funcionariado del Ministerio Público, abogadas o abogados, entre muchos otros. Para evitar la revictimización, el personal que se encarga de atender a las vÃctimas de violencia por razones de género debe ser capaz de reconocer si su razonamiento está siendo condicionado o afectado por algún estereotipo de género. Es claro que esto implica dificultades, ya que, como hemos visto, los estereotipos predominan en todos los ámbitos y se consideran como normales, incluso cuando sà se logran identificar, suelen justificarse, pues están tan normalizados que parece que son parte de la vida cotidiana. Por ejemplo, pensar que una mujer agredida sexualmente es, en cierta forma, responsable por haberse vestido de manera provocativa, o que fue imprudente por estar caminando sola por la calle a altas horas de la noche, o pensar que una pareja gay se buscó que los agredieran por estar besándose en el espacio público. A pesar de las dificultades que implica aprender a reconocer los estereotipos de género, es esencial y urgente que las y los servidores públicos desarrollen estas capacidades, ya que si no se asume que sus conductas se derivan de estereotipos de género y juicios morales que responden a estos estereotipos, no será posible que se haga una verdadera justicia y se dé un trato digno a las vÃctimas. Un ejemplo muy común es el estereotipo que persiste sobre las mujeres vÃctimas de violación, a las cuales se les exige que se hayan defendido y que además exista prueba de ello. De manera que si la vÃctima no se defendió o no encuentra pruebas para demostrar que lo hizo, entonces no se le da seguimiento o atención adecuada a su caso. Y es que el personal de justicia puede prejuzgar a la vÃctima y considerar que ella estaba de acuerdo, o aún peor, que provocó a su agresor. Lo que es necesario entender en estos casos es que no existe ninguna justificación para eximir de una conducta violenta contra una persona. La única persona responsable de una agresión sexual es la persona agresora, nunca la vÃctima. Otro ejemplo de revictimización ocurre en los casos en que se resta valor al testimonio de las mujeres, porque se tiende a tener el estereotipo de que las mujeres tienen tendencia de manera natural a exagerar, que son muy sensibles, y que después seguro van a cambiar de opinión. Esto suele ocurrir cuando las mujeres denuncian algún tipo de violencia, ya sea económica, psicológica, fÃsica o sexual. Existen muchos ejemplos de revictimización. Nosotras terminaremos este recorrido con un último ejemplo. Este ocurre cuando se desacredita a la vÃctima de violencia por su forma de vida. Es el caso, por ejemplo, de las personas que se dedican al trabajo sexual remunerado. Es muy común que cuando alguien que ejerce esta actividad quiere levantar una denuncia, suele sufrir violencia institucional y sea revictimizada porque "alguien que trabaja en eso se lo está buscando". No brindar la atención adecuada a las vÃctimas de violencia de género es un delito grave, porque se produce un doble daño en su contra. Los sistemas de justicia tienen la obligación de hacer valer las leyes, y para ello es necesario que el personal que las aplica tenga los conocimientos y la sensibilidad para cumplirlas. Es asà que la revictimización debe ser erradicada, y es responsabilidad del Estado generar estrategias para capacitar a su personal y, de esa manera, garantizar la transformación a una sociedad justa e igualitaria.